Hace años sentía que no tenía espacio para mí. Me sentía obligada a atender un montón de compromisos y si no lo hacía “ocurriría algo terrible”, perdería el trabajo, los amigos y me vería sola, arruinada y vagabundeando por las calles.
¿Exagerado?
Tal vez, pero cuantas veces nuestra mente se dispara imaginando escenarios improbables y negativos (que en ese momento vivimos como absolutamente reales).
Entonces el miedo y la ansiedad se dispara actuamos de manera automática e inconsciente. Una reacción muy habitual es ponernos a «HACER» como locos.
No sé muy bien para qué hago, pero me hace sentir un poquito mejor; así que sigo, sigo, sigo…
Esta trampa no nos permite tener ni tiempo ni espacio para uno mismo, desconectándonos cada vez más de nosotros mismos, de nuestra esencia, de lo que es importante en nuestra vida, y haciéndonos sentir estresados y cansados.
¿Y no sería mejor parar? Pues sí, aunque aquí os lanzo una pregunta:
¿Cuanto os permitís parar? ¿Cuanto os permitís estar en quietud? Sin hacer, simplemente estar en un espacio donde puedan «posarse» todos los pensamientos, emociones, actividades, conversaciones, etc., un espacio para reconectar, para poder decidir con sabiduría (no con la mente, sino con todo mi ser).
¿Te apetece poder entrar en ese espacio?
Pues te voy a contar un truco, pero para que funcione, tienes que hacerlo AHORA MISMO. ¿Ahora? ¿Con la cantidad de cosas que tengo que hacer? Imposible…
De eso se trata precisamente, de poder conectarnos con nosotros en cada instante. Y para eso lo más importante es callar esa mente impaciente y alarmista que te hace actuar impulsivamente.
PRÁCTICA esto y poco a poco verás cómo te va resultando más fácil entrar en este nuevo estado de conciencia donde hay todo el espacio que necesitas para ti mismo. Te ayudará a relajarte y a tomar decisiones más acertadas.
Ah! Y ya verás cómo tu mente se va tranquilizando (y deja de darte la lata). Pues ya me contarás. 😉